La trata de personas sigue siendo una de las principales lacras sociales y humanas. En España, durante el año 2023, más de siete mil personas estuvieron en situación de riesgo por trata, con casi trescientas víctimas de trata sexual y 370 de explotación sexual según el Balance Estadístico 2019-2023 del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado.
Sin embargo, cuando la trata adquiere un enfoque de género, la gravedad aumenta. La mayoría de las víctimas son mujeres, mientras que el porcentaje de niñas llega al 23%. En el caso de España, de las 294 víctimas de trata sexual que se registraron el año pasado, 284 eran mujeres. Estos datos afirman que la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual se ha convertido en el tercer ‘negocio ilegal’ más lucrativo del mundo, según las Naciones Unidas.
Muchas personas piensan que la trata únicamente es un problema global, aunque la realidad es que este delito tiene presencia local. Andalucía sigue siendo la comunidad con más casos de trata de personas en España. En 2023, se registraron 1455 personas en situación de riesgo y 89 víctimas de trata sexual.
Hablamos de un delito que está presente en todos los rincones de la tierra. La trata está presente en nuestros pueblos, en las zonas rurales, donde se encuentran casi la mitad de las víctimas, ejerciendo la prostitución cerca de las explotaciones agrarias. El resto de las víctimas se ubican en zonas urbanas y suburbanas, generalmente en grandes ciudades. 
Estos datos pueden justificarse en la posición geográfica de Andalucía, como puerta de entrada al sur de Europa, que facilita la presencia y el tránsito de víctimas, atrayendo flujos migratorios desde el sur global. Estas poblaciones suelen enfrentarse a diversas vulnerabilidades que combinada con la falta de información dificulta enormemente el abordaje del problema.
Aquí, los gobiernos locales desempeñan un papel fundamental. Es esencial desarrollar políticas públicas basadas en los derechos humanos que promuevan el conocimiento de la situación y la sensibilización ante las víctimas para poder contribuir a la detección y atención individualizada, y hacerlo además desde un enfoque de género, para poder ofrecer respuestas ajustadas.  La identificación temprana de las víctimas de la trata es fundamental para poder prestarles la asistencia y protección debida, generando relaciones de proximidad, que son  la mejor vía para trabajar con mujeres y menores en situación de trata. Crear un entorno de confianza y apoyo en las comunidades locales es crucial para enfrentar y erradicar esta gravedad.

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