Hace casi treinta años, el 23 de agosto se estableció como el Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición. Esta conmemoración, proclamada por la UNESCO durante su 29ª Conferencia General en 1997, se enmarca dentro del proyecto intercultural “Las Rutas de las Personas Esclavizadas”, cuyo objetivo es reconocer su lucha.
 
Sin embargo, a pesar de su abolición desde un punto de vista tradicional, y a nivel formal,  la esclavitud sigue existiendo pero con otras caras. La trata de seres humanos puede ser vista como la nueva forma de explotación de personas con fines económicos. Esta realidad oculta pero demasiado grave es la máxima vulneración de los derechos humanos.
 
Siguen vigentes  la explotación sexual y laboral, el tráfico de órganos, los matrimonios forzados y la mendicidad. Millones de personas en todo el mundo siguen siendo sometidas a servidumbre, extracción de órganos, prostitución y otras formas de esclavitud moderna.
 
En España, los datos reflejan una realidad alarmante. Solo el año pasado, se registraron casi trescientas víctimas de trata con fines sexuales y casi doscientas de trata laboral. En el caso de las mujeres y niñas, las cifras se disparan hasta las 284 víctimas de trata sexual y 353 de explotación sexual, que constituye la punta del iceberg de unos datos con mucho más alcance.
 
Estos números reflejan la magnitud de un negocio ilícito altamente lucrativo, presente en todos los rincones del país. La trata genera alrededor de 150.000 millones de dólares anuales a nivel global, y aproximadamente 4 millones de euros diarios en España. Este negocio sigue en expansión por políticas migratorias donde las personas son consideradas como mercancías para satisfacer las demandas del mercado.
 
Para combatir esta lacra, es esencial sensibilizar a la población, aportar información sobre cómo se debe  actuar, para prevenir riesgos, y cómo atender a las víctimas para ofrecer una respuesta ajustada a su realidad y sus necesidades. Identificar y promover la denuncia de estos casos es vital. La indiferencia nos convierte en cómplices.
 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *